domingo, 15 de enero de 2012

Solidaridad, otra marioneta

La solidaridad es muy bonita y realmente algo necesario para que la vida social sea fluida y agradable. Aquellos que tienen más deben solidarizarse con los que tienen menos con dos fines: ayudar al más débil y acallar la conciencia del más fuerte. En ocasiones, esta solidaridad con el débil le ayuda hasta lo que no podemos ni sospechar, y el fuerte casi no se ve afectado.

Pero supongamos un caso ficticio, algo teórico. Aviso que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia... ¿o quizás la realidad supera a la ficción?

Supongamos una empresa con problemas económicos que se ve obligada a recortar los beneficios sociales de todos sus empleados. Evidentemente, la indignación será general y todos los empleados comenzarán a hacer sus cálculos sobre las pérdidas. Si se hacen porcentajes sobre los sueldos brutos, como los beneficios sociales suelen ser fijos, pues los que menos cobran saldrán en porcentaje mucho más afectados que el resto, y no digamos de los directivos.

En este momento, la solidaridad sale a la luz. Los que más cobran (empleados, no directivos, que normalmente pasan de estos temas o se encuentran involucrados dentro de consejos de accionistas o cosas similares) se preocupan de los que reciben menos, y se tratan de plantear soluciones que puedan suavizar la pérdida de los más débiles. Se presentan a la empresa soluciones para garantizar que los recortes no hagan tanto daño y que el reparto sea proporcional al sueldo de cada uno. Pero estas soluciones se plantean de forma abstracta, ya que la empresa no puede proporcionar medidas cuantitativas de los salarios de los empleados, principalmente de aquellos directivos que dejamos atrás por su implicación o desidia, pues nos escandalizarían.

Aquí es dónde la solidaridad se convierte en la marioneta de la empresa. Imaginemos que publica unos nuevos recortes que, para los que cobren menos de X dinero (que casualmente suponen poco más de la mitad de la empresa) no haya ningún tipo de recorte, o algo simbólico, penalizando al resto con el doble o el triple de lo que perdían en principio para compensar. Jugada maestra de la empresa que se asegurará más del 50% de gente a favor. Por que el débil ahora no se acordará de aquellos que manifestaron la necesidad de solidaridad con ellos. Por que el débil ahora solo pensará que no tendrá recortes, que se los traguen los de arriba y punto, sin darse cuenta que su compañero de mesa, que está justo por encima de ese dinero X, tiene que soportar un recorte injustamente superior por él, acabando probablemente cobrando menos que él.

¿Dónde está ahora la solidaridad? ¿Por qué el débil no se acuerda, no del fuerte, sino del mediano, el que está cerca de él? Solo pensará en el más fuerte, en el directivo, aquel al que le da igual, por que probablemente seguirá haciendo los mismos gastos, pero esta vez no en la partida de beneficios sociales, sino en alguna otra.

Ojo con la solidaridad, otra marioneta... en manos de la patronal...

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